lunes, 18 de enero de 2010

Don Francisco

Conocí a Don Francisco la mañana de un sábado de octubre en el asilo "La Divina Providencia" cuando mi apostolado en tercero de secundaria era visitar a los ancianos, platicar con ellos y alegrarles el día aunque sea un ratito.

Su cuarto estaba casi al final del pasillo, no era muy grande, siempre estaba sucio y lo compartía con otro viejito, muy gruñón por cierto. Para moverse Don Francisco necesitaba estar en silla de ruedas, y alguna vez me contó -ignoro si es verdad, porque estaba medio loquito- que ya lo habían operado varias veces de la rodilla porque un tipo aparecía debajo de su cama en las noches y le pegaba con un bate. Siempre que iba con él me contaba un chorro de cosas: historias fantásticas de sus viajes a Japón donde peleó con ninjas para rescatar a la princesa del emperador de China o de como había trabajado de banquero en Wall Street en épocas de la "Gran Depresión".
Le encantaba que lo sacara en su silla de ruedas y le diera un paseo, y cuando estaba de muy buen humor retaba a otros viejitos a "carreritas". Obviamente nunca accedí, porque se podía caer.

Cuando era hora de despedirse se ponía triste y empezaba a llorar, yo lo abrazaba y le prometía que la próxima semana iba a volver, y así lo hacía. Era la misma historia todos los sábados.
En mayo terminó el apostolado, y ya no íbamos a volver, pero le di una cruz que yo traía en el cuello y le dije que la próxima semana iba a volver por ella, y a visitarlo.

Por "X" o "Y" razón no pude volver al siguiente sábado como le había prometido, sabía que tenía mi visita al asilo pendiente pero siempre algo me salía de imprevisto: partidos, asesorías o entrenamientos y admito que en otras veces me dio flojera.. y asi pasaron semanas, meses y luego años; hasta que finalmente en tercero de prepa antes de irme al pueblo, pasé en una carrerita a visitarlo. Menuda sorpresa me llevé. El viejito feliz con el que platicaba había fallecido dos años atrás. No pude cumplir mi promesa.

No estoy seguro si con todo y su locura en sus últimos momentos Don Francisco se acordó de mí, pero cada vez que pienso en él le doy gracias por haberme permitido encontrar a Dios en una etapa rara y farola de mi vida.

jueves, 14 de enero de 2010

Alvin y las Ardillas 2

El miércoles aprovechando que tenía bastante tiempo libre, fui al cine con la intención de ver una BUENA película, no cualquier churro aunque la verdad no había mucho de donde escoger. La idea era entrar a ver "The Box" o "Sherlock Holmes" peeero ADRIANA RUIZ TORRES nos orilló a decidirnos por ver "ALVIN Y LAS ARDILLAS 2".

Querido lector que estas del otro lado del monitor, ¿en qué piensas cuando escuchas el nombre de la película? ¿Te despierta cierta curiosidad?? ¿Te dan ganas de pagar alrededor de $40 (por ser miércoles eso fue lo que pagué) por entrar a ver esa "cosa"?

El argumento de la película es sumamente patético: ardillitas cantantes -desde ahí empezamos mal- que participan en un concurso de talentos con el fin de recaudar dinero para salvar el programa de música de la escuela en donde estudian.
Cierto es que tiene alguno que otro momento hilarante, como cuando las "Arditas" -el grupo de las "ardillitas mujeres"- parodian a Beyoncé con "Single Ladies", pero fuera de eso no hay ni porqué comprarla en pirata o verla en megavideo gratis. No vale la pena. Invierte el tiempo que usarías viendo la peli en algo mejor: lee, haz ejercicio, duerme, visita un asilo de ancianos, o pónte a pintar la pared de tu cuarto que ya está muy sucia.

Además no se distingue la diferencia entre las ardillitas "niñas" y las ardillitas "niños", ya que ambos grupos tienen la misma vocecita, eso puede confundir a los pequeños con su orientación sexual. Mala influencia. La cinta merece ser golpeada hasta el cansancio con un bate de baseball, quemada con un lanzallamas y finalmente lo que quede, debe ser tirado en un volcán con lava ardiente para que jamás se sepa de su existencia.